De los 34 analistas consultados por el área de análisis de Citibanamex, ninguno anticipó que en la primera quincena de junio, la inflación subyacente tendría una variación de 0.49%, el equipo que más se acercó fue el de Santander, que proyectó 0.44 por ciento. En cuanto a la inflación subyacente, la sorpresa fue aún más amplia, al registrar una variación de 0.50 por ciento. El Banco de México también se quedó corto en sus estimaciones, el 12 de mayo anticipaba que el techo de la inflación general tendría en el segundo trimestre un promedio de 7.6%, pero 7.88% a tasa anual de la primera quincena de junio dejó claro que no fue así y ahora en la nueva proyección se estima que el techo se alcanzará en el tercer trimestre del año y el promedio será de 8.1%, bastante más alto que el anterior 7.6 por ciento.
La proyección que planteaba que la inflación había tocado su techo en abril tenía lógica, al considerar que los efectos de la invasión de Ucrania que agudizaron el alza en los precios de los alimentos, así como el mayor incremento en los precios de los energéticos, como consecuencia de las sanciones en contra de los hidrocarburos rusos, también ya se habían integrado a los precios. Los problemas con las cadenas de suministro tampoco empeoraron mucho entre mayo y junio, así que del lado de la oferta internacional, no hay elementos nuevos. A todo ello habría que mencionar que se mantuvieron los subsidios a los precios de la gasolina y el diésel, a lo que hay que adicionar que, a inicios de mayo, se anunció el Paquete contra la inflación y la carestía (Pacic) que, además de incluir los subsidios a los combustibles, contempla otras 15 medidas.
Entre los puntos considerados en el Pacic, se encuentra el arancel cero a 21 de 24 productos de la canasta básica, entre los que se encuentran la naranja, la papa, harina de trigo, pollo, no obstante, hubo algunos de estos productos, cuyo precio se disparó, como la papa, que tuvo un aumento de 32% comparado con la primera quincena de mayo, periodo en el que se anunció el paquete; la naranja también se incrementó 23%; la harina de trigo, 4.1%, y el pollo, 3.6 por ciento. Los precios de éstos y otros productos no únicamente se congelaron, sino que se elevaron bastante.
Un caso especial es el precio del pan de caja, ya que Grupo Bimbo se comprometió a mantener sin cambios el precio del pan blanco de caja en su formato grande, sin embargo el pan de caja se elevó 2.9%, las razones pueden ser varias: que los demás formatos y presentaciones no estaban incluidas en el precio congelado, así como la competencia. Es obvio que el Pacic fue una respuesta política a un problema económico que difícilmente tendrá una incidencia en la inflación, afortunadamente no se apostó al control de precios, que hubiera generado descontrol, el problema es que si la inflación vuelve a dar sorpresas, la desesperación del Presidente puede generar reacciones adversas.
Ayer vimos un ejemplo de esta dinámica, luego de que el banco central subiera la Tasa de Interés Interbancaria a un día, al mayor ritmo de su historia –con 75 puntos base–, en su conferencia mañanera, Andrés Manuel López Obrador dijo que los medios mentían debido a que cuando él asumió el poder, la tasa de referencia estaba más alta, confundiendo nivel absoluto, con magnitud del movimiento, a lo que agregó que los expertos del Banco de México y otros deberían buscar otra alternativa para controlar la inflación, como aumentar la producción. Dichas declaraciones muestran que el Presidente no concibe el papel de la política monetaria, el asunto es riesgoso dado que otro líder que no entiende mucho, Tayyip Erdogan, también se desesperó y generó una inflación de más de 70% en este año, al considerar que la clave, cuando hay un incremento generalizado de precios, es bajar el costo del dinero para que se produzca más.
A diferencia del banco central turco, el Banco de México tiene autonomía constitucional, por lo que no sería nada sencillo ni legal desviarlo de su objetivo, que es mantener el poder adquisitivo de la moneda a través de una inflación baja y estable. Es previsible que habrá ruido y confusión proveniente del Palacio Nacional, producto de la desesperación.