Rodrigo Pacheco
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Bitcoin, ¿oro o burbuja?

Hay frenesí e inquietud generalizada por el bitcoin, en las reuniones de fin de año, uno de los temas más recurrentes es la conveniencia o no de invertir en este activo. La mayor parte de las pláticas no son muy profundas y las opiniones se dividen en dos campos: los que creen que se trata de una estafa o que pertenece al mundo de los criminales, y los entusiastas que consideran que bitcoin va a sustituir al dólar, por lo que todavía puede incrementar muchísimo su precio. El tema es realmente complejo porque requiere de cierto nivel de entendimiento en materia de tecnología, en teoría monetaria en funcionamiento de mercados e incluso en política. Creo que cualquier análisis debe partir de reflexionar una pregunta: ¿qué es el dinero?


Una de las mejores definiciones del dinero que he escuchado recientemente es la que dijo Elon Musk en una entrevista en el espléndido podcast de Lex Fridman. En ese espacio, el magnate emprendedor mencionó que el dinero es una base de datos para asignar recursos y es que el dinero por sí mismo no tiene un valor intrínseco, ni utilidad. Si a una persona se le aísla entre cuatro paredes con un millón de dólares durante muchas semanas, el resultado inevitable es que moriría de sed y de hambre, el dinero vale porque hay un consenso social que le asigna un valor para hacer transacciones que permitan adquirir agua, comida o pagarle a alguien para que le haga un hoyo a la pared que permita escapar de las cuatro paredes.


Hay varios momentos y fases del dinero como tecnología, pero como dice Elon Musk básicamente es un registro que asigna un valor a bienes y servicios lo que permite establecer un precio e intercambiar a gran escala. En el nuevo museo del Banco de México en su sede en avenida 5 de Mayo en la Ciudad de México, se puede ver una piedra de rai, que es una piedra tallada en forma de disco que llegaban a tener un diámetro de varios metros y pesar muchas toneladas. Las piedras de rai eran utilizadas en las islas del Pacífico en Micronesia para realizar transacciones como dotes, alianzas políticas, representando comida, etcétera, como eran muy delicadas y muchas veces pesadas, no se les transportaba cuando cambiaban de dueño, por lo que su posesión estaba asentada en la tradición oral, no muy distinto de una cuenta de depósito en una banco de hoy en donde el dinero es un registro, cuyas transacciones se expresan en unos y ceros en varios servidores. Evidentemente las piedras de rai no eran muy prácticas para pequeñas transacciones y por ello otras civilizaciones como las dinastías chinas inventaron el papel moneda mientras que en Mesoamérica se utilizaba cacao o maíz como moneda de cambio, y en África conchas cauris y es que el dinero simbólico es una tecnología clave para cualquier civilización, dado que permite realizar operaciones de intercambio a gran escala. Yuval Noah Harari en su libro Sapiens propone que el único consenso global que ha logrado la sociedad actual es el dólar y es que tanto los fundamentalistas islámicos en Afganistán como los amish aceptarán un dólar porque coinciden en que tiene un valor.


En el modelo actual, la funcionalidad del dinero está afincada en los estados-nación y en muchos países su precio está determinado por los bancos centrales; Estados Unidos, Japón, Eurozona, México, etcétera, en otros como Turquía, Argentina o Venezuela, el valor se encuentra afincado en el Poder Ejecutivo, pero el punto es que el dinero en todos esos lugares cumple tres funciones clave; tiene transaccionalidad, establece unidad de cuenta y resguarda valor. Desde la óptica de las tres funciones, bitcoin no cumple con transaccionalidad, tampoco funciona muy bien como unidad de cuenta porque tiene un precio muy volátil y en los últimos 10 años sí ha servido como resguardo de valor gracias a que logró captar la imaginación y, por lo tanto, el consenso de que se trata de un activo valioso gracias a que genera una escasez artificial y logra el consenso mediante el blockchain, que es un registro protegido de ser replicado gracias a la encriptación. Su escasez artificial hace que su precio suba y que las personas la conserven y no la gasten. ¿Va a sustituir al dólar? La respuesta es: por supuesto que no, ¿Va a convertirse en dinero de uso corriente? respuesta: muy poco probable, ¿Va a subir de precio? En 2022, probablemente, sí dado que la inquietud de muchos les va a llevar a comprarla lo que aumentará su precio, aunque no entiendan qué define su valor. ¿Se trata de una burbuja? Probablemente sí, porque su precio se afinca en una expectativa poco racional que no está afincada en una propuesta de valor y es susceptible a ser sustituida por otros criptoactivos como ethereum, aunque puede ser como el oro que ha gozado de un consenso de valor milenario, no obstante el inversionista Ray Dalio dice que el oro sigue siendo mejor porque bitcoin es muy frágil como cualquier activo que causa euforia. De los criptoactivos en un sentido más amplio escribo otro día.

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