Rodrigo Pacheco
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Clase media e informalidad

Resolver la pobreza de fondo pasa por generar esquemas de generación de riqueza formales

Es un gran lugar común decir que los países más prósperos con mejor nivel de vida y democracia son aquellos que tienen extensas clases medias. En México lleva tiempo la discusión para definir qué es la clase media y cómo se comporta. El tema se revitalizó esta semana a propósito del análisis que publicó el Inegi tomando como base la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares 2020. En el análisis, el Inegi explica las aproximaciones para determinar cuáles son las características de un hogar de clase media y una de sus manifestaciones y umbrales es que tienen ingresos en un rango que va de 10 mil a 48 mil pesos mensuales.


Una correlación obvia es que a menor informalidad mayor clase media y viceversa. Las cinco entidades que tienen porcentualmente la mayor clase media son la Ciudad de México con 58.9 por ciento, mientras que tiene una informalidad de 47 por ciento, que es muy por debajo de la media nacional que se ubica en 56 por ciento; el segundo lugar con 54 por ciento de sus hogares con clase media es Colima y una informalidad 46.9 por ciento; la tercera posición la ocupa Jalisco con 53 por ciento y una informalidad de 47 por ciento, mientras que el cuarto lugar es Baja California con 53 por ciento y una informalidad todavía más baja de 39 por ciento y, en quinta posición Sonora con 52 por ciento de los hogares de la entidad en la clase media y una informalidad de 42 por ciento. Ninguna de las cinco entidades con mayor clase media tiene informalidad por encima de la media nacional. En el sentido opuesto las cinco entidades que tienen más hogares en la clase baja y menos clase media son: Chiapas con 80.2 por ciento de hogares de menores ingresos y una informalidad de 76 por ciento, muy por encima de la media nacional, le sigue Guerrero con 75 por ciento de sus hogares de clase baja y una informalidad de 75 por ciento, después viene Oaxaca con 74 por ciento de hogares clase baja y una informalidad de 80 por ciento, en cuarto lugar Puebla con 68 por ciento de hogares de bajos ingresos y una informalidad de 72 por ciento y en quinto Tlaxcala con 66 por ciento y una informalidad de 72 por ciento.


Datos contraintuitivos


Hay algunos estados, sobre todo del norte que no presentan una correlación tan obvia, por ejemplo, Nuevo León tiene niveles de desarrollo por encima de la media nacional y una informalidad baja de 37 por ciento, pero únicamente 45 por ciento de sus hogares se encuentran en la clase media, apenas 3.4 por ciento por encima de la media nacional y apenas 1 por ciento por encima de Michoacán que tiene una informalidad de 66 por ciento. Chihuahua es otro caso paradigmático con 43 por ciento de hogares en clase media y una informalidad de 36 por ciento, quizás ello se pueda explicar por las poblaciones aisladas y las comunidades rarámuris que tienen altos índices de pobreza que contrastan con la prosperidad y pujanza de la capital del estado o Ciudad Juárez. Coahuila es otra entidad que tiene 42 por ciento de hogares en la clase media, similar al promedio nacional, mientras que su informalidad está muy por debajo de la media con 36 por ciento.


Los datos elaborados por el Inegi deben analizarse a profundidad, pero es claro que resolver la pobreza de fondo pasa por generar esquemas de generación de riqueza formales que les permitan tener acceso a capital de trabajo vía crédito. En este último punto me parece que 2020 ha sido un catalizador para el surgimiento con mayor fuerza de opciones de crédito para pequeñas empresas de la mano de fintechs y bancos grandes que empiezan a utilizar intensivamente la tecnología y nuevos modelos de evaluación de riesgo, aunque todavía hay un camino por recorrer hay una oportunidad si se hace de la mano de banca de desarrollo y se pone un mayor énfasis en programas productivos y no asistencialistas.




clm

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