Desde hace tiempo, compañías como Boston Dynamics han desarrollado robots humanoides capaces de realizar tareas complejas como levantar una caja o abrir una puerta. A pesar de ser acciones cotidianas, éstas representan desafíos formidables y difíciles para un robot. No obstante, podríamos estar ante un punto de inflexión, al menos si consideramos que compañías como Figure.ai, dedicada a desarrollar robots avanzados, ya tiene una valuación de 2 mil 600 millones de dólares con aportes de Jeff Bezos. Además, en los primeros cinco meses de este año, los fondos de capital de riesgo han invertido mil millones de dólares en ese sector.
TITANES TRAS LOS ROBOTS
Tesla también está haciendo una fuerte apuesta por los robots humanoides. Ante la intensa competencia de compañías chinas como BYD, Geely y GWM, que le llevan ventaja en los vehículos de volumen a precios accesibles, Tesla se está volcando hacia los robotaxis y los robots humanoides. Aunque Elon Musk suele sobrevender sus ideas y ser muy optimista en cuanto a la velocidad de innovación de sus empresas, eventualmente logra sus objetivos. En cuanto a los robots humanoides, Tesla tiene ventajas, como una gran cantidad de datos de inteligencia artificial y un extenso ecosistema de manufactura para experimentar y probar la eficiencia de sus robots. Nvidia, por su parte, también está desarrollando un sistema operativo para robots que, además, tendrá una capa de inteligencia artificial generativa para interactuar con ellos. Varias empresas chinas también están invirtiendo en sistemas propios.
MACROTENDENCIA
La inversión en robots humanoides tiene mucha lógica cuando se considera que la tasa de fertilidad global está disminuyendo, lo cual supone un desafío para la manufactura. Esto se refleja en países como Japón, que tiene una población con un promedio de edad de 48 años, o Corea del Sur, con una baja tasa de fertilidad de 0.72 hijos por mujer, tan sólo para sustituir a la población presente, un país requiere 2.2 hijos por mujer. Sin embargo, los desafíos técnicos también son significativos, dado que no es fácil replicar las sutiles habilidades de movimiento humano en sistemas mecánicos. En una entrevista reciente, Paco Garza, presidente de General Motors en México (el mayor fabricante de vehículos en el país), me comentaba que no considera que la robotización de la manufactura vaya a generar una enorme pérdida de empleos. Como ejemplo, menciona la planta de vehículos eléctricos que tienen en Ramos Arizpe, Coahuila.
MEDIANO PLAZO
Además de los ejemplos antes citados, China también está haciendo una fuerte inversión en la robotización de la manufactura. Esto puede resultar paradójico al considerar que es el segundo país más poblado de la Tierra y que utiliza el empleo más como válvula de escape que como un factor productivo. No obstante, China enfrenta severos problemas demográficos, con una baja tasa de fertilidad y una edad promedio de 43 años. El factor China es un catalizador en el avance de esta tecnología, como lo es hoy en materia de electromovilidad. Hace 10 años, nadie anticipaba que China superaría al resto del mundo en este campo; hoy, Estados Unidos y Canadá están buscando proteger su industria con aranceles, al igual que Europa, aunque esto va en perjuicio del avance de su agenda de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero. Estas medidas abren flancos para que el país asiático responda de manera recíproca. México debe levantar la mirada y definir una estrategia para enfrentar el desafiante panorama que se materializará cuando se automaticen aún más los procesos de manufactura, dado que ésta es la principal actividad económica del país. El problema es que la discusión actual versa sobre el regreso a un arreglo político del pasado, cuando no había democracia.