Rodrigo Pacheco
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El problema de los alimentos

Las familias de menores ingresos en México y en el mundo se están enfrentando a una cuesta de enero desde la segunda mitad de 2021, dado que los precios de los alimentos se encuentran en sus niveles más altos de los últimos 10 años.


A juzgar por la respuesta del gobierno mexicano al incremento en los precios del gas, la estrategia será una narrativa en donde se culpe a las grandes empresas de alimentos y podría incluir crear una empresa del Estado. Además, vendrá el ciclo en el que las asociaciones de productores de tortilla anunciarán que subirán precios y, como cada temporada, saldrán al paso de las declaraciones tanto la Profeco como la Comisión Federal de Competencia para decirles que no se pueden poner de acuerdo para subir precios.


Más allá de ello, es claro que el fenómeno del aumento en el precio de los alimentos va más allá de México, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el décimo mes del año los precios de los alimentos a escala global se incrementaron 3% en comparación con septiembre, lo que marca una aceleración con respecto al ritmo que mantuvo la evolución de precios en los últimos 5 meses, a tasa anual se dispararon 31%, lo que llevó el indicador a máximos que no se observaban desde 2011.


Uno de los productos que más ha subido son los cereales, particularmente el trigo, que se incrementó 5% mes con mes y que se encuentra en su nivel más alto desde noviembre de 2012, lo que la FAO explica por menores cosechas en Estados Unidos, Canadá y Rusia. En cuanto al maíz, insumo clave para México, los precios fueron presionados por los energéticos, aunque el incremento se eclipsó parcialmente gracias a los problemas logísticos en los puertos de Estados Unidos.


La inflación de octubre en México refleja esta tendencia, dicho indicador se ubicó a tasa anual en 6.24%, luego de una variación de 0.84%, lo que implica su mayor nivel de los últimos 45 meses. Además del precio de los energéticos se dio un incremento en el precio de los alimentos, consistente con los datos de la FAO.


En los datos que dio a conocer el Inegi destaca el avance de 12% del huevo que subió en la misma proporción que la carne de res, mientras que el pollo se encuentra 10% más caro. La prueba de que las narrativas políticas y las empresas del Estado creadas al vapor no sirven para lidiar con fenómenos globales la ofrece el gas LP.




Desde que comenzó a operar Gas Bienestar a inicios de septiembre, el energético no sólo no bajó de precio, sino que se incrementó 8.2% y, en comparación con octubre del año pasado, se encuentra 27% más caro. Aunque se puede argumentar que todavía es muy pronto para ver resultados, el despliegue de dicha empresa del Estado ha mostrado mucha ineficiencia.


El incremento en el precio de los alimentos es un asunto complejo y difícil de resolver cuando obedece a una tendencia global, pero mucho se podría lograr si se actúa proactivamente para identificar cuellos de botella y medidas que puedan agilizar el flujo del comercio de dichas mercancías, así como identificar a las poblaciones más vulnerables y otorgarles ayuda extraordinaria, sin embargo, hoy el problema no es tan visible por lo que de agudizarse la tendencia de incrementos en los siguientes meses veremos una respuesta retórica que se centrará en culpar a las grandes compañías de alimentos algunas de las cuales ya han sido fustigadas en el contexto de la contrarreforma eléctrica, lo que ya ha generado un deterioro aún más pronunciado en el clima de inversión.

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