Rodrigo Pacheco
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Elefantes paralizados

El gobierno federal es inmenso, más que un elefante reumático, como lo ha descrito el presidente López Obrador, es una megamanada

El gobierno federal es inmenso, cuenta con 101 instituciones de administración pública centralizada, 193 de administración paraestatal y 16 empresas productivas del Estado. En total, todas estas entidades son encabezadas por 270 personas que dirigen a un millón y medio de funcionarios de todos los niveles.

El presupuesto de todos estos entes públicos ascendió, en 2020, a 3 billones 410 mil millones de pesos. El número de vehículos que tiene el gobierno federal sumó 140 mil unidades, a lo que agrega 42 mil inmuebles.

 

Los números son apabullantes, el gobierno federal es inmenso, más que un elefante reumático, como lo ha descrito el presidente López Obrador, es una megamanada. Cada una de las 310 instituciones del gobierno son un elefante en sí mismas, algunos elefantes efectivamente son reumáticos, otros ciegos y los menos, ágiles.

 

MECANISMO

En México y en el mundo, en los entes públicos y privados, las burocracias se mueven muy lento y por ello los cambios sustanciales y avances rápidos se logran a través de mecanismos que no dependen de la voluntad de los eslabones en la estructura de decisiones, por eso los gobiernos aprueban leyes y emiten normas. Un buen ejemplo de ello es el remanente del Banco de México que tiene reglas claras y se asigna independientemente de quien sea el Presidente.

En las empresas se establecen manuales de procedimiento para que los miembros de las áreas directivas puedan reaccionar de una manera uniforme y, en parte, en ello descansa buena parte su éxito o fracaso.

 

DECIDIR POCO

En donde una persona toma todas las decisiones, se decide poco y cuando hay una estructura matricial, la efectividad y agilidad se pierde de manera proporcional con el tamaño de la organización. Un buen ejemplo que muestra la enorme diferencia en resultados entre una estructura de decisiones matricial y poco flexible y otra en donde hay más libertad para aquellos que están lidiando con la realidad cara a cara lo ofrece la Segunda Guerra Mundial.

 

En mayo de 1940, la Alemania nazi había avanzado con su guerra relámpago, colapsando la defensa aliada en Holanda y Bélgica. El ejército francés se había replegado mientras que la división de tanques nazis comandados en la séptima división por Rommel con sus panzers avanzaron a gran velocidad, lo que incluso ocasionó que el comandante de todos los panzer les ordenara a las divisiones de tanques que detuvieran el avance, pues consideraba que podrían estar exponiendo sus flancos, sin embargo, otro comandante de apellido Guderian, que encabezaba la segunda división panzer avanzó bajo el pretexto de hacer reconocimiento del terreno y con ello desbalanceó a los aliados que, sorprendidos también con la mancuerna de Rommel, no pudieron reaccionar. En un principio, el ejército francés frenó el avance alemán una vez que éste había cruzado el Arden, pero el comandante de la segunda infantería francesa, Charles Huntziger, ordenó el repliegue abriendo aún más el terreno a los nazis que luego pudieron aislar a franceses y británicos en Dunkerque como resultado producto de la incapacidad de tomar decisiones de los generales aliados que ignoraron a los que pudieron frenar a los nazis al estar en el campo de batalla.

 

FRACASO

Cuando el líder ridiculiza en público a sus funcionarios como le ocurrió a la secretaría de Economía, Tatiana Clouthier, y una semana antes al subsecretario de Transporte, Rogelio Jiménez Pons, el Presidente manda una potente señal que se traducirá en aversión al riesgo y, por lo tanto, una parálisis del gobierno o la renuncia de los funcionarios talentosos. El fenómeno ya lo habíamos observado desde 2020 cuando el Presidente desmintió y ridiculizó al entonces secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y a partir de entonces no quiso o no pudo tomar las acciones necesarias para enfrentar la crisis. Las medidas contracíclicas de Hacienda nunca llegaron salvo, lo que pudo hacer bajo el paraguas del Banco de México a través de la CNBV con la iniciativa del sector bancario. Esa forma tóxica de liderazgo es un tiro en el pie para el actual gobierno, aunque puede ser afortunado, dado que se mantiene la inercia del país que ha logrado ser competitivo y no se materializa una visión más estatista que va en franca reversa.

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