Más allá de los dichos de abrazos no balazos, uno de los paradigmas de esta administración en materia de seguridad es combatir el crimen quitándole su base social a través del combate a la pobreza. Sin embargo, los datos que dio a conocer el Inegi en cuanto a los homicidios en 2020 muestran una narrativa distinta en la que no existe una correlación entre nivel de pobreza e inseguridad.
De acuerdo con el Inegi, el año pasado asesinaron en México a 36 mil 579 personas, lo que significa 29 homicidios por cada 100 mil habitantes. Las cinco entidades con mayor tasa de homicidios fueron Colima, con 95 por cada 100 mil habitantes; en segundo lugar se ubica Chihuahua, con 92; tercero, Guanajuato, con 87; cuarto, Baja California, con 78, y quinto, Zacatecas, con 76. Estas cinco entidades no son, ni de cerca, las más rezagadas en materia de pobreza y economía, por el contrario, la mayoría de ellas ha prosperado en los últimos diez años, aun considerando la crisis originada por la pandemia. Aunque hasta mañana se publica la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, que sirve para evaluar la evolución de la prosperidad de los hogares en México, hay algunos datos adicionales que pueden ayudar a darse una idea de dicha evolución. Uno de estos datos es el Producto Interno Bruto y, otro más, que surge del Censo 2020, es el porcentaje de hogares que tiene un automóvil, dado que tener un vehículo da nociones de la clase media.
Si evaluamos Colima, que sale en primer lugar en homicidios, en los últimos diez años dicha entidad creció 2.3% anual en promedio, por encima del 1.3% que creció en el mismo periodo el conjunto del país; en términos de hogares con vehículos, el estado pasó de 51 a 52%, también por encima del promedio nacional, que creció de 44% en 2010 a 46% en 2020, en cambio, los homicidios por cada 100 mil habitantes aumentaron en Colima en ese mismo periodo un 375%, lo cual muestra que en dicha entidad el aumento explosivo no se explica por un deterioro económico, son otros los factores. De hecho, en 2010 tenía apenas 20 homicidios por cada 100 mil habitantes, por lo que se ubicaba en el noveno lugar, junto con Nuevo León. Chihuahua, que es el segundo lugar, tuvo una disminución de 50% en la tasa de homicidios en los últimos diez años, pero aun así sigue teniendo un nivel muy alto, pero eso no se explica por la economía que creció, en promedio, 2.9%; el porcentaje de hogares con vehículo también avanzó, al pasar de 65 a 68 por ciento.
El tercer lugar es Guanajuato, que ofrece el caso más extremo, con un crecimiento en homicidios de 987% en los últimos diez años. Guanajuato es un estado que ha logrado atraer mucha inversión de manufactura, pero comenzó a tener una descomposición dramática en los últimos cinco años, mientras que su economía avanzó 2.7% en promedio y los hogares que cuentan con un automóvil pasaron de 47 a 50% en ese mismo año.
Baja California es uno de los estados que tiene mejores indicadores económicos, como una baja informalidad, baja pobreza y que ha crecido en la última década, en promedio, 2.8%, sin embargo, en homicidios se incrementó un 62%, lo que contrasta con que es la entidad que tiene el mayor porcentaje de hogares con vehículo, con 70 por ciento. De los cinco primeros lugares en homicidios, el estado menos próspero y que menos ha crecido es Zacatecas, pero, aun así, el estancamiento económico que ha tenido en los últimos diez años no se compara con la explosión de 744% en términos de homicidios. En cuanto a los hogares con vehículo, Zacatecas pasó de 57% a 60% en diez años. Es así que el conjunto de datos muestra que la raíz de la inseguridad no es la pobreza y, como muchos problemas sociales, es multifactorial. Existen casos interesantes, como los de Durango y Sinaloa, que han logrado disminuir la tasa de homicidios 86% y 74% anualmente, ¿pax narca?, no creo que sea la solución. Un caso del que se podría aprender es Aguascalientes, que registra desde hace diez años únicamente 6 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Los datos muestran que para resolver la inseguridad se debe dejar atrás la concepción monotemática que la vincula únicamente a la pobreza, como han escrito Jorge Fernández Menéndez, Alejandro Hope y Pascal Beltrán del Río recientemente, la solución pasa por tener cuerpos policiacos —federales, estatales y municipales— eficientes.