Tenemos la más alta de los últimos 20 años, que se ubicó en 7.72 por ciento a tasa anual.
El mes pasado, el presidente López Obrador acusó a Grupo Bimbo y Walmart de frenar la reforma eléctrica, por eso resultó interesante que el miércoles de la semana que termina, el Presidente se refiriera a Bimbo en términos positivos, al comentar que la venta de Ricolino es buena porque la panificadora se fortalece.
¿Por qué el cambio del Presidente? ¿Qué pasó? Lo que pasó y sigue ocurriendo es la inflación más alta de los últimos 20 años, que en la primera quincena de abril se ubicó en 7.72 por ciento a tasa anual, por lo que rompió las proyecciones que estimaban que tocaría su máximo en marzo para comenzar a ceder en los meses subsecuentes. La inflación que nos afecta es un fenómeno global que comenzó el año pasado con problemas de oferta por los cuellos de botella, los cambios en los patrones de consumo y el aumento en el precio de los energéticos, sin embargo, la dinámica del incremento generalizado de precios se agudizó con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, al provocar un mayor aumento en los precios de los hidrocarburos y los granos. Aunque la inflación mexicana responde a dicha dinámica global, los instintos políticos del Presidente le dicen acertadamente que al igual que en el resto del mundo, cuando se da un proceso de incremento generalizado de precios, la sociedad tiende a culpar al gobernante en turno. Ante ello, el Presidente está haciendo un esfuerzo para lograr un consenso con las empresas con el objetivo de tratar de contener la escalada de precios.
El acuerdo se está afinando como lo muestran los cambios de posicionamiento de los organismos del sector privado como Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que, al parecer, en un inicio no habían sido consultados y ahora sí. Una vez que el tema de la reforma eléctrica ha sido parcialmente resuelto, aunque los amparos a la nueva ley eléctrica continúan, el Presidente puede darle la vuelta a la página para pedir la cooperación de las empresas que apenas hace unas semanas fustigaba. Es el mismo caso con Eduardo Tricio, presidente del Consejo de Administración de Grupo Lala y Aeroméxico, con el que seguramente habló para buscar la contención en el precio de la leche y de paso pedir más vuelos al Aeropuerto Felipe Ángeles, es aparente que en lo primero tendrá más éxito que en lo segundo.
El Presidente pudo haber escogido una ruta diferente y culpar empresas, Biden siguió ese camino a principios de año sin mucho éxito, además, a inicios de la pandemia, López Obrador comenzó a señalar a las empresas por los despidos, incluso llevó a la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde Luján, para darle seguimiento al tema de los despidos, el ejercicio de aquel 6 de abril de 2020 tuvo su debut y despedida, dado que no logró mucha tracción el mensaje ni mucho menos éxito en inhibir que las empresas realizaran despidos ante el colapso de sus ingresos de un momento a otro.
Lo bueno de la inflación es la tregua con los empresarios, aunque desde un punto de vista económico es clave que no se establezca un mecanismo de control de precios porque ello genera distorsiones y el fenómeno de incremento generalizado de precios no va a ceder en el corto plazo, aun en el escenario poco probable de que se acabe súbitamente la guerra en Ucrania.