En 2016, Henry Kissinger escribió en un editorial que el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca marcaba el inicio de una nueva era, y así fue. Estados Unidos cambió su relación con China, de una rivalidad cooperativa a una relación de mayor confrontación económica y diplomática. Con el resto del mundo, Trump buscó que la Unión Americana pasara de ser el garante de última instancia para mantener el orden a tener una relación más transaccional. Con México y Canadá sacudió el acuerdo comercial y dio lugar al T-MEC, que, en general, mantuvo la inercia anterior.
En el frente doméstico, Donald Trump agudizó la polarización y se adueñó del Partido Republicano a golpes de carisma. Puso a prueba las instituciones, particularmente durante la elección de 2020 y con los ataques al Capitolio el 6 de enero de 2021, tratando de subvertir su derrota.
El atentado fallido en contra de Trump, el sábado 13 de julio, marca una segunda era. Afortunadamente, el asesino falló, pero el nivel de polarización en Estados Unidos está en uno de sus puntos más álgidos, al menos en lo que va del siglo XXI.
LA VENTAJA
Antes del sábado, el mapa del Colegio Electoral mostraba que Trump tenía amplias posibilidades de llegar a la Casa Blanca ante un Joseph Biden debilitado por el desgaste de su edad. En algún editorial, el periodista Ezra Klein describía que los demócratas estaban en negación y sólo faltaba que se pusieran en posición fetal ante el regreso de Trump.
Después del atentado, auténticamente han adoptado la posición fetal. Salvo un suceso excepcional, los republicanos ganarán la Casa Blanca el 5 de noviembre y, de continuar la tendencia actual, arrasarán en el Congreso. El Trump que emergió con el puño alzado y la oreja sangrante tiene ahora un aura providencial, una fuerza incontenible en el Partido Republicano, lo que le da una enorme inercia para acometer los cambios que vengan. La entrevista que le dio al New York Post así lo refleja, al igual que el ambiente de la Convención Republicana. El narcisismo de Trump y la suerte de no haber sido atravesado por una bala dan lugar a un mesianismo que augura tensiones sociales significativas con los que no comparten su óptica, que es otra mitad de Estados Unidos.
TECNO-REPUBLICANOS
La nominación del senador de Ohio, JD Vance, de 39 años, fue la gota que acabó de precipitar un aluvión de apoyo de un sector del poderoso ecosistema de Silicon Valley. Este sector, desde hace años, venía transitando de una agenda libertaria demócrata, vinculada a los criptoactivos, a una agenda libertaria frustrada con los demócratas por las regulaciones de California, el manejo de la pandemia y el exceso de corrección política.
Entre las figuras más visibles de esta tendencia se ubican Elon Musk, Marc Andreessen y otros más que hoy están decididamente con Trump. No son los primeros, antes estuvo Peter Thiel, pero esta nueva cercanía tendrá implicaciones en el marco regulatorio para la inteligencia artificial y nuevas tecnologías, con una fuerte influencia de estos personajes que pugnan por la supremacía tecnológica de su país y sus empresas.
FRENTE A MÉXICO
En la entrevista que publicó Bloomberg con Donald Trump no se menciona a México, Canadá ni el T-MEC, pero sí se indica que aplicará más aranceles a China y también a Europa. No obstante, México no está a salvo: uno de los temas centrales de su agenda es la migración. Trump busca deportaciones masivas, lo que supondrá desafíos diplomáticos y económicos, tanto para Estados Unidos como para el gobierno de Claudia Sheinbaum. Donald Trump 2025-2029 será más iracundo, tendrá menos límites internos y más capital político. La nueva era que comienza será más cruda, ruda y peligrosa. México tendrá que navegar con mucha cautela.