Rodrigo Pacheco
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Redmond, el hambre de IA de Microsoft

Hace más de 50 años, a sus poco más de 18 años, Bill Gates se dio cuenta de la evolución de la Ley de Moore y cómo daba lugar a una nueva revolución. A principios de 1974, Electronics Magazine publicó un artículo sobre el microprocesador Intel 8080, y para diciembre de ese mismo año, ya en Boston, Paul Allen vio un artículo en otra revista, Popular Electronics, sobre la Altair 8800, que era la primera computadora que utilizaba el 8080. A mediados de la década de los setenta, Bill Gates y Paul Allen comenzaron a ejecutar esa visión, y la semana pasada tuve la oportunidad de verla en vivo, casi 50 años después, en el enorme campus de Microsoft.


3 BILLONES DESPUÉS

Microsoft es una de las pocas empresas en el mundo que tiene una valuación de más de 3 billones de dólares, lo que, para darnos una idea, la ubicaría como la octava economía global. Mientras caminaba por sus oficinas, corredores y laboratorios, no podía dejar de pensar que todo esto era producto de la visión de Bill Gates y Paul Allen de hace cincuenta años, y me hace preguntarme qué habrá dentro de medio siglo. El campus de la compañía es enorme, con más de 850 mil metros cuadrados. Al principio resulta extraño que se sienta un poco vacío y que, como muchas otras empresas de tecnología, parezca más un campus universitario.


HAMBRE

La tranquilidad del campus es engañosa; en realidad, se trata de una empresa que se encuentra energizada por la nueva ola de inteligencia artificial generativa. Todos los equipos con los que hablé tienen como misión primaria integrar, desplegar y transformar todas las áreas de la empresa con inteligencia artificial. El arquitecto de este nuevo impulso es Satya Nadella, y su tarea no ha sido sencilla, debido a que se trata de una empresa enorme con una inercia que puede ser apabullante. Sin embargo, un buen retrato del desafío y el planteamiento de Nadella se dio recientemente cuando Microsoft integró a la startup de inteligencia artificial Inflection, fundada por Mustafa Suleyman. De acuerdo con un testimonio, uno de los empleados de Inflection preguntó si la ambición de la empresa no sería ahogada por la burocracia de Microsoft, a lo que Satya Nadella contestó: “¿Tienen el valor de inducir el hambre en alguien de nuestra escala y tamaño?”. Hasta ahora, la respuesta que pude ver es: sí.


EVOLUCIÓN

Bajo el liderazgo de Satya Nadella, Microsoft no sólo recuperó el hambre, sino que disparó su valor de capitalización de mercado. Cuando él asumió el liderazgo de la empresa, la compañía tenía una valuación de 381 mil millones de dólares y se veía como una entidad que había fallado en aprovechar el cómputo móvil después de la catastrófica compra de Nokia. Hoy, Microsoft es una de las tres empresas más valiosas del mundo, con un valor de 3 billones 190 mil millones de dólares. Pero, más allá de la capitalización, ha sabido construir alianzas tempranas y profundas con OpenAI, Mistral, G42, así como la integración de Inflection.

En su hackatón se puede ver que es una empresa que tiene hambre. En el laboratorio donde prueban y adaptan su propio GPU de inteligencia artificial, Maia, se nota que hay investigación y desarrollo de frontera. Todo ello está acompañado de un ecosistema de productos de consumo y empresariales que hacen pensar que la valuación de la empresa apenas ha comenzado a crecer acompañando la escala de la inteligencia artificial, que es el cambio tecnológico y, por lo tanto, económico más potente en al menos medio siglo.